Los paisajes más bellos del Camino Francés gallego
El tramo gallego del Camino Francés, desde Sarria hasta Santiago de Compostela, es un viaje por paisajes cambiantes y llenos de vida. A lo largo de sus más de 100 km, los peregrinos atraviesan bosques húmedos, aldeas centenarias y suaves colinas que definen la esencia de Galicia.
La naturaleza acompaña cada paso: el murmullo de los ríos, el canto de los pájaros y la neblina matinal crean una atmósfera única que mezcla espiritualidad y belleza.
➤ Bosques mágicos entre Sarria y PortomarínEl recorrido inicial desde Sarria es un espectáculo verde. Senderos bordeados de robles y castaños se entrelazan con caminos empedrados donde el tiempo parece detenerse. Entre Barbadelo, Ferreiros y Mouzós, el paisaje invita a caminar despacio, respirar profundo y disfrutar del aire puro del interior gallego.
- Bosques autóctonos con sombra constante.
- Tramos rurales con muros de piedra y hórreos.
- Vistas al valle del Miño antes de llegar a Portomarín.
El río Miño protagoniza uno de los paisajes más emblemáticos del Camino. Al cruzar el gran puente de Portomarín, el reflejo del agua y las colinas del embalse crean una postal inolvidable. Más adelante, entre Gonzar y Ligonde, los valles se abren para mostrar una Galicia agrícola, salpicada de aldeas y pastos verdes.
- Panorámicas del embalse de Belesar.
- Campos cultivados y prados gallegos.
- Pequeños núcleos rurales de gran encanto.
El Camino cruza Melide, una villa rodeada de bosques de eucaliptos y robles. Desde allí hasta Arzúa, los peregrinos disfrutan de aldeas típicas gallegas, con casas de piedra, hórreos y puentes medievales. Cada paso está acompañado por aromas de laurel, humedad y tierra mojada, tan característicos del paisaje atlántico.
- Puente medieval de Ribadiso sobre el río Iso.
- Bosques cerrados y tramos silenciosos.
- Prados con ganado y arquitectura rural gallega.
En los últimos kilómetros, el Camino Francés asciende entre eucaliptos y pinos hasta el Monte do Gozo. Desde allí se divisa por primera vez la Catedral de Santiago. El paisaje, entre verde y gris, refleja la emoción del final: Galicia se muestra majestuosa, acogedora y llena de alma.
- Vistas panorámicas de Santiago de Compostela.
- Contraste entre zonas rurales y el entorno urbano.
- Ambiente espiritual entre peregrinos de todo el mundo.
El último tramo hacia la Plaza del Obradoiro combina caminos rurales con calles históricas. Tras días de naturaleza, la llegada a la Catedral es una experiencia que une esfuerzo y recompensa. La piedra, la luz y el sonido de las gaitas marcan el final de un viaje donde los paisajes fueron los verdaderos compañeros.
Recorre los paisajes más bellos del Camino Francés gallego y siente cómo la naturaleza guía cada paso hacia Santiago.


